¿Qué es meditar? Niadela

«Meditación es el instante en el que se toma conciencia del mundo, de ese tiempo suspendido en el que no existe lo bueno o lo malo, los juicios y las opiniones, no existen dudas, ni miedos; instantes de una conciencia
virgen, limpia y vacía en la que el gran silencio tiene todas las respuestas mientras el ruido gesta todas las preguntas»- Dijo el monje.
Le pregunté al monje cómo se llegaba a ese estado de conciencia.
Me respondió que a través de Sati.
Sati es un ejercicio de atención prolongado; es decir de concentración plena en algo, que en el vipassana es la respiración. Concentración absoluta y exclusiva en la inspiración y expiración, en su longitud o su brevedad, en su entensidad, en su efecto y su sonoridad.
También el Sati es la tarea o actividad cotidiana que estemos viviendo o desarrollando.
La práctica de la concentración ( o el enfoque de la mente en una sola tarea) nos lleva a la plena conciencia de ese momento, a olvidarnos de nosotros mismos y centrarnos solo en esa circunstancia o esa labor, mostrándonos la verdadera naturaleza de la realidad.
¿Cómo sabe cual es la realidad?, le pregunté. Esto fué lo que me respondió:
«Imagina que estas en una habitación, descansando, y te despiertas después de un buen sueño. A los pies de tu cama hay un cuadro. Lo primero que ves al abrir los ojos es el cuadro. En él hay un gran árbol a la izquierda, flores pequeñas de colores sobre la hierba verde, un río que empieza en una montaña y desaparece detrás del árbol, una cordillera de montañas nevadas al fondo; sobre ellas, nubes y un pájaro de color blanco con el pico amarillo que cruza el cielo azul y rojizo. Contemplas este cuadro durante algunos minutos. En los primeros diez segundos de plena conciencia, un instante de realidad dio paso a otro. En la observación del cuadro no había intención, solo abandono. El encuentro con la realidad no consiste en despojarse de las reacciones o de las emociones ante lo que vemos o sentimos, se trata de un ejercicio de apertura, de receptividad y vaciamiento. Nada se retiene, solo la atención exclusiva al cuadro. Después de esos primeros momentos tu mente comienza a emitir juicios y opiniones tratando de comprender y nombrar una realidad, manifestando la necesidad de identificar, catalogar y verbalizar nuestra particular visión de dicha realidad. Dejas de ser consciente para permitir que tu mente analice.
Dejas de ser consciente para permitir que tu mente analice.
Pero el análisis llega desde un único punto de vista, EL TUYO, sometido siempre a tu subjetividad, a las experiencias que has tenido, qué has aprendido o qué desconoces, y por lo tanto muy pequeño.
Sin embargo durante esos primeros momentos fuiste grande, tan grande como una mente consciente de todo lo que la rodea, ve siente y percibe que puede ser, es decir, enorme.
Tener conciencia de ese algo o de todo lo que te rodea es ser ese algo o todo lo que te rodea. Es ser más allá de ti misma.
La mente puede hacernos sentir en un segundo el mayor éxtasis imaginable y al segundo siguiente la mayor angustia. Para evitar eso, solo existe un camino: volver conscientes las impresiones que la mente recolecta de manera inconsciente.
Lo que ocurre de manera espontánea en tu vida casi nunca será de tu agrado, pero si eres consciente de lo que perciben tus sentidos tendrás un mejor entendimiento, y por tanto una mejor capacidad de reacción ante los imprevistos.
Este proceso de observación y etiquetado de la mente en tu rutina diaria te ayudará a identificar qué es real y qué ha sido construido, y por lo tanto, estarás en contacto con la verdadera naturaleza de las cosas, y plenamente consciente de tus emociones.
Libre de toda elaboración mental, el espíritu se vuelve claro y luminoso.
El dominio de la conciencia llega con la práctica continuada de la Meditación.
Extracto del libro de Niadela de Beatriz Montañez.
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