Escribo para recordar o para no olvidar.

Escribo para recordar, escribo para recordarme, para recordar lo que pienso.
Quiero no olvidar, a veces el olvidar me da miedo, no quiero olvidar porque es como si perdiera vida, eso es porque no estoy presente, si viviera presente, no me aferraría al pasado, a los recuerdos.
En el momento que pienso algo, lo analizo, y quiero que persista ahí, en mi mente, ¿para qué? a veces me gustaría compartirlo con alguien, ¿con quien? con quien me lea, con quien me escuche.
En algún momento de mi vida me sentí poco escuchada, creo recordar, quizá no recuerdo nada y es por eso por lo que ahora quiero recordarlo todo.
Es cierto que tengo pequeños momentos de memoria, puntuales, en los que me vienen a la cabeza momentos de mi vida que parece que quieren asomar, como si aquello que he olvidado parcialmente, vuelva a mi consciente, vuelva de las tinieblas de la memoria.
Vuelven hechos que creía olvidados, hechos que no tienen nada que ver con el momento en el que hacen aparición.
El otro día fuí a buscar a mi madre a casa de una tía mia, y debido a la riada que causó la DANA, la carretera para ir a buscarla estaba cortada, a pesar de que pensaba que estaba abierta fuí por allí.
Cuando llegué me redirigieron por otro pueblo. Por ese trayecto hacía años que no pasaba. Quizá inconscientemente he evitado ese camino para ir a Toledo, aunque no lo hiciera conscientemente, siempre iba por otro sitio.
Pero ese día era el único camino posible para ir a por mi madre, por lo que no tenía alternativa. De todas formas, mi consciente no puso resistencia a pasar por allí. Aunque ese camino me iba a traer recuerdos que no quería revivir, pero yo no lo sabía.
Al empezar a circular por esa carretera mi vista veía lugares que estaban ya años atrás cuando viví allí, la gasolinera, la ferretería, la calle central del pueblo, la entrada a la urbanización, aquellas casas, la gran recta a “el bar”, la calle del pueblo, todo estaba allí igual que en aquella época.
De repente con cada lugar venían a mi mente recuerdos, esos recuerdos empezaron a entrelazarse con otros, y otros que ya solo sucedían en mi mente y no estaban asociados a lugares.
Esos recuerdos me llevaron a sentimientos, aquellos sentimientos que viví y que estaban ahí olvidados, ocultos. Los había ocultado yo para no sentir o mi mente tiene esa capacidad, virtud o defecto de olvidar las cosas, quizá para no sufrir o para no seguir sufriendo.
De esos sentimientos empezaron los juicios, los juicios a mis acciones, mis comportamientos en aquellos lugares, los “debería” haberlo hecho de esa u otra manera. De esos llegaron más y más recuerdos como un torrente de experiencias pasadas que parecían presente, las revivía en mi mente, pero también en mi cuerpo, se me encogía el estómago, se me erizaba el pelo y sentía un nudo en la garganta. Enseguida cambié de tema, me desapegué de mi mente y pasé a otra cosa.
En mi modo de vivir la vida, esquivando lo ocurrido. Orgullosa de mí diciendo-me que las cosas no me afectan. Desapegandome de la situación.
Siempre me enorgullezco de mi desapego hacia todo y hacia todos, algo que en determinados contextos ayuda o yo he querido creer que me ha ayudado a sobrevivir. O simplemente no era desapego, era olvido.
Con el paso de los años y mis lecturas en el crecimiento personal, me llegó la información de que la mente sólo recuerda las cosas que le causan una emoción. Y vuelve la culpa a mi mente, porque yo no recuerdo muchas cosas de mi vida, de mi infancia, de mi adolescencia, es cómo si hubiera pasado de puntillas por la vida. Pero luego llegan estos episodios y vuelven, las cosas no se olvidan, los hechos no se olvidan, quedan latentes, quedan bajo el agua y solo se ve la punta del iceberg.
Así que aquí estoy de repente, escribiendo para no olvidar. Porque el olvido voluntario o involuntario deriva en la pérdida de la identidad.
Quiero vivirlo todo, y recordarlo. Por eso escribo.
Recordar es escarbar en lo más profundo de nuestro pensamiento, de nuestros recuerdos. Hay veces que nos pregunta alguien con quien hemos vivido una experiencia, te acuerdas cuando…. Y ni por asomo recuerdas haber vivido eso.
Otras veces según te lo va contando ves cómo va asomando algo en tu memoria, sientes lo que sentías en ese momento. Porque los recuerdos son asentamiento de emociones materializados en imágenes.
Hay ocasiones en las que no ocurrió así, pero esa emoción que sentiste hace que tu mente haya creado el recuerdo o rellenado huecos que faltan.
Nuestro cerebro es fascinante.
Nunca te has visto diciendo…
– «Siii ahora me acuerdo de algo así»
Y a partir de ahí te creas tú película.
O no has recordado un sueño del que te acabas de despertar y como no querías que acabará ahí has terminado la historia de manera consciente.
Me encanta esos momentos en los que me despierto y quedan un par de horas para levantarme. Y o fantaseo con el sueño o planeo mi día.
Recordar es revivir, es vivir.
Gracias por leerme ya que debido a eso también escribo y así recuerdo.
Así que me puse a re-leer mis antiguos escritos en el antiguo blog al que tengo enlace, pero que puedes leer aquí algunos temas si te interesa.