De la Escasez a la Abundancia

Cuando me hice un tratamiento para el lipedema, me pusieron una dieta muy estricta que era completamente cetogenica, es decir solo se comía proteína animal.
Yo en ese momento era prácticamente vegetariana, por gusto, me encantan los sabores de las frutas y verduras y no tanto el de las carnes, pescados y mariscos.
Cuando me dijeron que la primera semana me tenía que alimentar solo de marisco, no sabía donde meterme, pero como soy muy “bien mandá”, por mi bien claro, para mi salud, así lo hice.
La segunda semana podía cambiar alguna comida por algo de carne animal. Marisco y Carne.
Nada de fruta ni verdura.
Cuando llegó el momento de que me dejaron tomar 30g de fresas… fué algo sobrehumano, fue el mayor placer que había sentido en semanas, pero para mí parece que nunca había tomado fresas y me estaba pareciendo maravilloso.
Las comía, de bocadito pequeño en bocadito pequeño, porque 30g no dan para mucho, pero yo quería disfrutarlo el mayor tiempo posible.
Y fíjate, lo abundante que me sentía en ese momento a pesar de la escasez de cantidad que estaba tomando.
Ahí es cuando entendí el concepto de mindfulness eating, el disfrutar de lo que estás haciendo, para comprender de verdad qué es el placer de comer unas fresas.
Había ocasiones, que solo olía los alimentos para sentir su aroma y mi mente disfrutara del sabor, del recuerdo del sabor que me proporcionaba el olor.
No te pasa igual cuando ves una imagen de una comida, tan colocada, tan bien elaborada, con esos colores, que ya salivas solo de pensar en ello. Pues esto es igual.
Y me acordé de una persona que me dijo una vez que dejaba de tomar algo que le gustaba durante algún tiempo, sólo para volver a disfrutarlo de verdad en el momento que lo volvía a comer o beber.
Te das cuenta de que aquello que te gusta, si lo tomas todos los días ya no te causa ningún placer, es simplemente una rutina.
Tu café de por la mañana.
Las fresas después de comer.
Y lo probé, de vez en cuando dejo de tomar café para el desayuno una semana para que el fin de semana me levante pensando en ello y el ritual sea más alucinante.
Levantarte un Sábado sin prisa, poner el agua en el hervidor, abrir el tarro de café molido en casa que dura el olor de moler café todo el día, echar 3 o 4 cucharadas de café en la cafetera francesa, oir cómo cae el agua hirviendo encima del café y dejarlo reposar 5 minutos para después echar el café en la taza, añadir un chorrito de bebida de almendra y sentarte con las manos en la taza caliente y oliendo el aroma.
… Sin tener que salir corriendo, que se me han olvidado las llaves, que no veo la cazadora estaba colgada y ahora está en el coche porque ayer hacía calor cuando llegué y me congelo hasta el coche, entro otra vez a por el termo de café para tomarlo en las rectas mientras conduzco…..
¿La sensación no es la misma verdad?
Piensa si te gustaría hacer este reto, esta práctica, con algo que te guste mucho y lo tomes todos los días.
Y luego me cuentas que diferentes sensaciones te ha causado cuando lo has vuelto a tomar.
La vida se compone de eso, de darse cuenta de las cosas, y no de ir en piloto automático. Parar para reflexionar, para ver donde vas y de donde vienes. De apreciar los momentos, las conversaciones, y los sabores y placeres del paladar, porqué no.
Recuerdo una frase que dijo mi hermano en una boda:
mmm! en mi boca hay una fiesta y todo el mundo está invitado.
Hagamos de nuestra vida una fiesta!
Gracias por leerme. Namaste.
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