Por qué no medito en la naturaleza.

Esta foto es ideal, es la típica foto que aparece en un post cuando se habla de meditar. Porque los beneficios de la meditación son indudables, y si encima lo haces en plena naturaleza, la experiencia puede convertirse en éxtasis.
Pues para mí no.
De hecho esa soy yo, combinando mis dos pasiones. Caminar en la montaña y meditar.
Un día subiendo al monte Abantos con mi amiga Silvia, llegabamos a un claro, después de un largo camino andando entre árboles y praderas. Nos paramos a descansar y a tomar una infusión con frutos secos.
En esos momentos me gusta pararme a escuchar, el Silencio, cómo dice en su libro el monje budista Thich Nhat Hanh en su libro con el mismo nombre «Silencio».
A veces, ni en plena naturaleza encontramos silencio, ya que tus propios pasos apoyando sobre las hojas y ramas, emiten crujidos maravillosos, pero sonidos que a lo largo del camino se vuelven monótonos.
También se puede oir el tintineo de las hojas cuando chocan unas con otras al paso del aire entre ellas.
Ni que decir tiene el sonido de los animales, pájaros, vacas pastando, incluso una lagartija hace pequeños sonidos.
Y ya ni te cuento, cuando vas al monte, con tu amiga «del alma» y no os habeis visto en meses y hay que ponerse al día. Ahí ya si que no hay silencio. Entre que arreglamos el mundo y hablamos de nuestros sueños de viajes, ahí nos pasamos la mañana.
Pero silencio no es precisamente lo que encuentras.
Así que cuando me paro, me gusta ponerme a escuchar lo que caminando no se puede escuchar.
Ese día, acababa de terminar el curso de Guía de Meditación que hice con Ana García de «Divina de la Mente«, y pensé que era una buena idea ponerme a meditar allí en medio de la naturaleza, en altitud, lejos de la civilización.
Así que me puse en una postura ¿cómoda?, cerré los ojos, me centré en la respiración y….
Pio, pio, ssssssh, crach, uuuuh , uuuuh,….
Y yo , haciendo alarde de mis recursos meditativos, utilizando un mantra para anclar mi atención, solo podía repetir: ESCUCHO…..ESCUCHO….. ESCUCHO….
Y no tuve más remedio que abrir los ojos, y poder VER todo lo que estaba escuchando, pájaros, el viento en las hojas, y otros sonidillos del bosque.
Entonces sí me puse a meditar, allí sentada, observando toda esa maravilla que estaba a mi alrededor.
Los árboles, con sus diferentes tonos de verdes. Un pájaro que se posaba en una rama saltarina y que parecía mecerse en ella mientras mantenía el equilibrio como si fuera su columpio.
Las nubes en el cielo que viajaban a gran velocidad cambiando de forma por segundos.
El hilo de agua que caía ladera abajo, haciendose camino por donde encuentra para seguir su rumbo, su trayectoria colina abajo y arrastrando alguna rama e insectos.
Así que no, no puedo meditar en la naturaleza, yo en la naturaleza quiero observar y ver, no perder detalle, dejar grabado en mi album de fotos mental todo lo que he visto, recordar las sensaciones que he percibido y los sentimientos que me ha causado aquel lugar donde he llegado.
Cuando camino, quiero ser CONSCIENTE, con mayúsculas, estar PRESENTE, y disfrutar, no pasar por alto ningún detalle, que luego recreo y recuerdo muy a menudo cuando estoy en la ciudad o en la oficina.
Me encanta cuando estoy terminando un proyecto y me viene a la mente, como una diapositiva, sin venir a cuento, las vistas en tal o cual sitio. Es cómo mi ventana de alivio, mis recuerdos de mis experiencias vividas.
Esta ventana que veo hacia el exterior, esta ventana que necesito para seguir viviendo. Porque me angustio cuando paso demasiado tiempo encerrada, en la oficina, en la ciudad, en mi casa.
Hay muchos libros que hablan de los beneficios de caminar. Pongo aquí algunos más, que me he leido y los que tengo pendientes:
¿Y tú meditas en la naturaleza?
Si lo consigues puedes escribirme comentarios y me das alguna recomendación.

Puedes comprar los libros con estos enlaces y me ayudas a seguir con el proyecto. Gracias.
Puedes: Caminar con WILD CATS TREKKING
Puedes: Meditar con SOMOS SANGHA