¿Me gusta estar sola o miedo a la gente?

Y si el post empieza con esa pregunta, ¿cómo he llegado a ella?.
Pues resulta que últimamente me está viniendo la necesidad de analizar cada cosa que hago o que me pasa.
Y me estoy dando cuenta, que siempre había dicho, que me agobiaba la gente.
Huyo de los centros comerciales, de las aglomeraciones navideñas en Madrid, incluso en reuniones de fin de semana con amigos, yo me tengo que retirar un rato a estar conmigo misma.
Algunas veces, hasta me «retiro a la francesa» , cuando todo el mundo está enfrascado en una conversación, yo me voy alejando y me voy, sin decir nada.
No me siento mal al hacerlo, siento la necesidad de ¿huír?.
Sin ánimo de ofender a amigas que me lean y que lo hayan vivido y se hayan podido sentir ofendidas, lo siento, no lo hago con mala intención, no estoy pensando mal ni aburrida, es que lo necesito.
Llega un momento en el que me sobra el mundo. A veces hasta con mi familia más cercana.
A veces hasta me sobro yo misma.
No, pero en serio, estos días me estoy planteando de donde me viene esto, porqué soy un ser humano tan poco social.
No llamo casi a la familia ni a los amigos, y no es que sea despegada, es que, según mi sesgada percepción, mi maltrecho recuerdo de la adolescencia o algo más allá, en la infancia, me recuerdo «a mi bola».
Tenía amigas pero nunca amiga del alma.
Tenía familia, aunque no eramos una familia muy social, o así lo recuerdo.,
Quizá algunos hechos que acontecieron en mi juventud, historias familiares, que nos hicieron no estar muy pegados a la familia. Y otros hechos que me hiceron valerme por mí misma. Me han llevado a tener la necesidad insconsciente de no necesitar demasiado a la gente.
No tengo apego a las cosas, ni a las personas.
Esto es un poco controvertido, a ver como lo explico.
Si me dejaba un chico, pues a otra cosa.
Si mis amigas no me llamaban, pues ya haría yo algo.
No conservo amistades del colegio, ni del instituto. Es cierto que en la universidad hice mayores vínculos. Allí, encontré cobijo y cariño. Y sí conservo todavía a las amigas de la universidad. Aunque si me leen, saben que no llamo. Pero las tengo en mis pensamientos siempre.
No conservo amigos de trabajos por los que he pasado, de hecho no he entablado relaciones de amistad en los trabajos, más allá de la oficina.
Me encuentro cómoda con entornos pequeños, y poco concurridos.
No me gusta llamar la antención, me gusta estar más en mi interior.
Un buen regalo, es dejarme un fin de semana (como poco) «de Rodríguez», de hecho lo cuento en este post.
Si no se que hacer, me voy a una biblioteca. Allí hay libros y silencio.
Hoy por hoy, hay veces que en el trabajo, me cuesta mucho hacer llamadas, que sé que me van a hacer hablar más de la cuenta.
Recuerdo en la época del instituto, que era un tomatito andante, con solo que dijeran mi nombre, se me ponía la cara colorada.
He tenido que luchar mucho con este sentimiento de introspección. Cada vez que tengo que hacer algo que me incomoda (referente a hablar con alguien o relacionarme con alguien), intento buscar mil excusas, para cancelarlo, incluso rezo por que me lo cancelen.
Puedo decir que hace 3 años, cuando surgió el confinamiento, para mí fué un alivio. En casa, sin socializar, sin demasiado que hablar fuera del entorno conocido.
Y es cierto que me encontraba muy mal, llevaba un tiempo muy agobiada por el trabajo así que fúe como un salvavidas, aunque allí dentro tampoco se solucionaba mucho.
Así que llegó a mi, el podcats de Ana García de Divina de la Mente, y me apunté a su curso de meditación. Y eso sí fué lo que más me ayudó.
Meditar es mi ancla, la entrada hacia mi interior y mi salida hacia el exterior.
La meditación me da la fuerza, la consciencia para enfrentearme al mundo exterior. Y cada vez me cuesta menos.
Cuando me encuentro en una situación en la que me tengo que enfrentar a hablar con alguien, o a dar una noticia, o explicar algo que es incómodo e intento «recular» respiro, me concentro en la respiración. Recito algún mantra que ya tengo en mi cajita de herramientas y tiro hacia adelante.
No sé si me gusta estar sola, o me da miedo la gente. Pero lo que sí se es que la Meditación me ayuda.
¿Crees que a tí te puede ayudar en algún aspecto de tu vida, que quieras solventar o superar?
Pónte en contacto conmigo y te cuento cómo.
Tienes a la derecha el contacto de whatsapp. Y en la pestaña de CONTACTO